El deseo de investigar nos puede llevar a los umbrales mismos de la investigación histórica. No solo el poder acceder a los textos, sino en muchos casos el trabajo en manuscritos nos permiten encontrar el comienzo de la tradición, o quizas explicar algo que justamente no se mantuvo en la tradición de la historia. En este sentido como resaltó un medievalista reconocido:
El medievalista tiene que vérselas con manuscritos, y que él tiene ante todo que describir los corpus antes de interrogarlos. El trato asiduo con los manuscritos, con lo que ello supone de prácticas científicas precisas, de la codicología a la paleografía, es la gran regla del discurso del método histórico, es necesario devolver la palabra a los textos, lo que significa copiar. El primer trabajo del medievalista es el de copista; ahí es donde se reconcilia con el tiempo del pensamiento. En la Edad Media, un buen copista no sobrepasaba la media cotidiana de un folio relleno de 25×16 cms; un buen historiador de hoy difícilmente lo hace mejor.
El segundo trabajo es la edición crítica: el establecimiento de un texto, la identificación de sus fuentes, de sus préstamos tácitos y de sus orígenes latentes. Esta doble ascesis es la condición de la libertad. El trabajo de segunda mano, dicho de otra manera, la dependencia respecto de lo impreso, se condena a sí misma a la repetición de clichés y de modelos de historiografía; ésta es una estrategia de reproducción del saber, no un método de apropiación por lo desconocido. Es lo desconocido lo que debe apoderarse del investigador, no es éste quien debe reproducirse a sí mismo proponiendo una nueva interpretación de los hechos que no exiten sino porque su predecesores o sus semejantes lo han hecho. El mandato de la idea filosófica de la lectura no puede ser otra que deshacer los hechos. (A. De Libera. Pensar la Edad Media)
Si bien el poder revolver las bibliotecas y los códices sigue siendo un trabajo que demanda dedicación y capacitación que no muchas veces se alcanza, gracias a Dios y a internet, hoy ya no hace falta hacer una estancia larga en Abadías, Bibliotecas con fondos de codices, sino que en la red podemos encontrarnos con una infinidad de manuscritos con los cuales capacitarnos en muchos casos, antes de tener nuestra primera incursion y trato con los manuscritos de manera directa.
Una de las primeras en subir los manuscritos en la red fue una abadía Suiza con fondos de la Mellon Fundation. Hoy ya son varias las Universidades, Colleges, Bibliotecas o Abadías que brindan un servicio de Catálogo, o incluso el mismo manuscrito en alta calidad para poder consultar online.
Aquí va un primer índice de unos pocos lugares donde encontrar manuscritos.
Codices Electronici Sangallenses (CESG) – Project Description Esta biblioteca es una de las más antiguas de Europa, con más de 2100 manuscritos. El acceso es libre y allí se encuentra una gran cantidad de material.
Parker Library (Corpus Christi College and the Stanford University Libraries).
El Huygens Institute, brinda un Manuscrito Carolingio con unas herramientas muy buenas para aprender a identificar y a leer manuscritos.
Existen muchos más lugares donde se han subido manuscritos pero depende en gran parte de los intereses de cada uno. De todos modos creo que con estas breves referencias se muestra las distintas cosas que se están haciendo hoy en día con esto.